miércoles, 3 de septiembre de 2014

A ras de tierra

Estabas a ras de tierra y no te vi, tuve que cavar hasta el fondo de mi para encontrarte (Juan José Arreola).

¿Donde está el fondo?, ¿Ya lo encontré? ¿Hasta donde tengo que llegar?, ¿Qué más me tiene que pasar para aceptar esta realidad que me está debilitando cada día más? ¿Qué nueva enfermedad me tiene qué atacar con toda su fuerza para comprender que algo está pasando en mi cuerpo? dos años de fiebres constantes, de gripas de 10 días que regresan cada mes, de ganglios inflamados por todo el cuerpo,  2 años y 15 kg menos, diarreas incontrolables sin razón alguna, vómitos y dolor al tratar de comer cualquier alimento ¿Hasta donde tengo que cavar?, ¿por qué no puedo hacerme una maldita prueba? ¿Por qué no puedo ni siquiera decir esa maldita palabra? ¿Quizá si no lo digo, quizá si pienso que mañana estaré bien, lo esté?.

No sé por que llegué aquí, no puedo ser yo quien cargue con esto, yo que siempre me he cuidado, yo que casi siempre contuve mi carne, yo que siempre te cuidé, y tú, tú te ves tan normal, tú que si te has dejado ir entre tantos cuerpos, tú que después de mi te has dedicado a conocer uno y otro y otro más si ningún pudor, yo que he terminado por rechazar a un par que me ofrecían lo que yo tenía para ti ahora me tengo que enfrentar a esto, cayéndome en ese hoyo cada vez más profundo. Tú, tú tan campante y tan saludable, tú que has pasado por tantos placeres vienes y me confrontas.

Tú ¿Cómo te atreves tú a decirme que puedo estar muriendo? ¿Cómo te atreves tú a insinuar que puedo ser veneno? ¿Cómo puedes decirme que en mi sangre llevo la carga de eso que no quise ser, de eso que no quise dejar crecer, de eso que apenas dejé fluir cuando estuve junto a ti? ¿Cómo puedes estar tan bien? ¿Cómo puedes ser tan feliz y tan brillante? Yo no puedo estar así, si tú no lo estás conmigo, tiene que ser otra cosa, tiene que ser la depresión por tu partida, ese tanto extrañarte todos los días de estos últimos cinco años sin ti. Esos dos años tan intensos junto a ti se han convertido en estos dos años de estarme borrando poco a poco, de estar siendo cada día un poco menos yo.

Y ahora estamos aquí, otra vez juntos, otra vez con tu brillo cegador llenando la sala del hospital, llegaste con tu sexto sentido justo en el momento en que ya no podía sostenerme a mi mismo para cargarme con tus brazos cada vez más fuertes. ¿Por qué siempre estás aquí junto a mí? ¿Por qué siempre llegas en el momento justo en que parece que me derrumbaré? ¿Por qué sigues recordándome con tu presencia que ya no eres mío? ¿Por qué me has ayudado en cada tropiezo, cada vez más profundo, que he tenido en estos 5 años sin ti?

A veces quisiera saber que ya no tengo más tu ayuda, a veces quisiera saber que te he superado en brillo, que soy yo quien te rescata y revive esa sonrisa en tu rostro. A veces eres una bofetada de fuego y ácido que me quema en cada abrazo con que intentas reconfortarme, a veces creo que esto me lo estoy haciendo yo mismo para tratar de que estés junto a mi. A veces quisiera regresar estos 7 años de saber de ti y no haberte dicho Hola, a veces quisiera tener esa ligereza que tienes para vivir, para decirme así tan fácil: “Creo que tienes SIDA”, para decirme así tan fácil : “Échale Ganas, solo tu te vas a sacar de esto”.

A veces quisiera tener esa facilidad tuya para aventarte al vacío, para aceptar lo que viene, para volar hacia donde te lleve la vida. A veces quisiera haber tenido el valor de haberte dicho adiós ese mismo día en que te conocí por que sabía que me ibas a dejar. A veces quisiera ser yo el de los brazos fuertes, para poder estar junto a ti y ser yo quien te levante. Yo era perfecto cuando te conocí, era fuerte y poderoso, pensé que podría retenerte junto a mi para siempre, y ahora estoy aquí sin ti, y sobre todo sin mí, no se donde me quedé tratando de seguirte de cerca, ya no pude mantener más tu paso y te fuiste, y solo vienes de vez en cuando, justo cuando estoy a punto de caer y me das tu mano, que ahora es de amigo,  que no es la mano que yo quiero, la mano que está presta para ayudar pero que ya no me ama, la mano con la que cavo cada vez más profundo, tratando de ver hasta donde estira, hasta donde puede mantener su fuerza, la mano que era mía cuando yo te levanté sin que me lo pidieras, con esa presunción y arrogancia que me daba el creer que yo te arropaba, cuando en realidad tu me desnudabas, y quitabas cada pieza de mi coraza, descubriendo que solo estaba vacío.

Quisiera de verdad tocar el fondo, dejar de cavar y quedarme aquí, ya no voltear más a ver si sigue ahí tu mano, voltear mis ojos hacia el fondo y cerrarlos para fundirlos en la obscuridad y dormir, dormir sedado en ese negro profundo. A veces quisiera poder decirte adiós, pero ahora tengo que enfrentar esa odiosa palabra que me pusiste de frente, que me pides que venza, ese odioso veneno que tendré que combatir con más veneno, ahora estoy aquí postrado en esta cama contigo a mi lado y de la cual tengo que salir para alejarte de mi.

¿Hasta donde tengo que cavar para aceptar que ya no estás aquí? ¿Hasta donde tengo que cavar para encontrar ese quien era YO antes de ti? ¿Hasta donde tengo que cavar para aceptar esta realidad que corre en mis venas? ¿Qué tanto puedo soportar para hacer algo por mí? Estabas a ras de tierra y no te vi, tuve que cavar hasta el fondo de mi para encontrarte*.


*Ágrafa musulmana en papiro de oxyrrinco/Juan José Arreola.

Dedicado a mi amigo ACC, espero que puedas sostenerte fuerte con tus manos.