Estabas
a ras de tierra y no te vi, tuve que cavar hasta el fondo de mi para
encontrarte (Juan José Arreola).
¿Donde
está el fondo?, ¿Ya lo encontré? ¿Hasta donde tengo que llegar?, ¿Qué más me
tiene que pasar para aceptar esta realidad que me está debilitando cada día
más? ¿Qué nueva enfermedad me tiene qué atacar con toda su fuerza para
comprender que algo está pasando en mi cuerpo? dos años de fiebres constantes,
de gripas de 10 días que regresan cada mes, de ganglios inflamados por todo el
cuerpo, 2 años y 15 kg menos, diarreas
incontrolables sin razón alguna, vómitos y dolor al tratar de comer cualquier
alimento ¿Hasta donde tengo que cavar?, ¿por qué no puedo hacerme una maldita
prueba? ¿Por qué no puedo ni siquiera decir esa maldita palabra? ¿Quizá si no
lo digo, quizá si pienso que mañana estaré bien, lo esté?.
No
sé por que llegué aquí, no puedo ser yo quien cargue con esto, yo que siempre
me he cuidado, yo que casi siempre contuve mi carne, yo que siempre te cuidé, y
tú, tú te ves tan normal, tú que si te has dejado ir entre tantos cuerpos, tú que después de mi te has dedicado a conocer uno y otro y otro más si ningún
pudor, yo que he terminado por rechazar a un par que me ofrecían lo que yo
tenía para ti ahora me tengo que enfrentar a esto, cayéndome en ese hoyo cada
vez más profundo. Tú, tú tan campante y tan saludable, tú que has pasado por
tantos placeres vienes y me confrontas.
Tú ¿Cómo
te atreves tú a decirme que puedo estar muriendo? ¿Cómo te atreves tú a
insinuar que puedo ser veneno? ¿Cómo puedes decirme que en mi sangre llevo la
carga de eso que no quise ser, de eso que no quise dejar crecer, de eso que
apenas dejé fluir cuando estuve junto a ti? ¿Cómo puedes estar tan bien? ¿Cómo
puedes ser tan feliz y tan brillante? Yo no puedo estar así, si tú no lo estás
conmigo, tiene que ser otra cosa, tiene que ser la depresión por tu partida,
ese tanto extrañarte todos los días de estos últimos cinco años sin ti. Esos
dos años tan intensos junto a ti se han convertido en estos dos años de estarme
borrando poco a poco, de estar siendo cada día un poco menos yo.
Y
ahora estamos aquí, otra vez juntos, otra vez con tu brillo cegador llenando la
sala del hospital, llegaste con tu sexto sentido justo en el momento en que ya
no podía sostenerme a mi mismo para cargarme con tus brazos cada vez más
fuertes. ¿Por qué siempre estás aquí junto a mí? ¿Por qué siempre llegas en el momento justo en que parece que me derrumbaré? ¿Por qué sigues recordándome
con tu presencia que ya no eres mío? ¿Por qué me has ayudado en cada tropiezo, cada vez más profundo, que he tenido en estos 5 años sin ti?
A
veces quisiera saber que ya no tengo más tu ayuda, a veces quisiera saber que
te he superado en brillo, que soy yo quien te rescata y revive esa sonrisa en
tu rostro. A veces eres una bofetada de fuego y ácido que me quema en cada
abrazo con que intentas reconfortarme, a veces creo que esto me lo estoy
haciendo yo mismo para tratar de que estés junto a mi. A veces quisiera
regresar estos 7 años de saber de ti y no haberte dicho Hola, a veces quisiera
tener esa ligereza que tienes para vivir, para decirme así tan fácil: “Creo que
tienes SIDA”, para decirme así tan fácil : “Échale Ganas, solo tu te vas a
sacar de esto”.
A
veces quisiera tener esa facilidad tuya para aventarte al vacío, para aceptar
lo que viene, para volar hacia donde te lleve la vida. A veces quisiera haber
tenido el valor de haberte dicho adiós ese mismo día en que te conocí por que
sabía que me ibas a dejar. A veces quisiera ser yo el de los brazos fuertes,
para poder estar junto a ti y ser yo quien te levante. Yo era perfecto cuando
te conocí, era fuerte y poderoso, pensé que podría retenerte junto a mi para siempre, y ahora estoy aquí sin ti, y sobre todo sin mí, no se donde me quedé
tratando de seguirte de cerca, ya no pude mantener más tu paso y te fuiste, y
solo vienes de vez en cuando, justo cuando estoy a punto de caer y me das tu
mano, que ahora es de amigo, que no es
la mano que yo quiero, la mano que está presta para ayudar pero que ya no me ama, la mano con la que cavo
cada vez más profundo, tratando de ver hasta donde estira, hasta donde puede
mantener su fuerza, la mano que era mía cuando yo te levanté sin que me lo
pidieras, con esa presunción y arrogancia que me daba el creer que yo te
arropaba, cuando en realidad tu me desnudabas, y quitabas cada pieza de mi
coraza, descubriendo que solo estaba vacío.
Quisiera
de verdad tocar el fondo, dejar de cavar y quedarme aquí, ya no voltear más a
ver si sigue ahí tu mano, voltear mis ojos hacia el fondo y cerrarlos para
fundirlos en la obscuridad y dormir, dormir sedado en ese negro profundo. A
veces quisiera poder decirte adiós, pero ahora tengo que enfrentar esa odiosa
palabra que me pusiste de frente, que me pides que venza, ese odioso veneno que
tendré que combatir con más veneno, ahora estoy aquí postrado en esta cama
contigo a mi lado y de la cual tengo que salir para alejarte de mi.
¿Hasta
donde tengo que cavar para aceptar que ya no estás aquí? ¿Hasta donde tengo que
cavar para encontrar ese quien era YO antes de ti? ¿Hasta donde tengo que cavar
para aceptar esta realidad que corre en mis venas? ¿Qué tanto puedo soportar
para hacer algo por mí? Estabas a ras de tierra y no te vi, tuve que cavar
hasta el fondo de mi para encontrarte*.
*Ágrafa
musulmana en papiro de oxyrrinco/Juan José Arreola.
Dedicado a mi amigo ACC, espero que puedas sostenerte fuerte con tus manos.